“2024, Conmemoración del 60 Aniversario de la Inauguración de Ciudad Universitaria”

Dirección de Infraestructura Académica

Teotlcihuatl

Teotlcihuatl

(“mujer-diosa”, “mujer divinizada”)

(Diosas Prehispánicas)

En la cosmovisión prehispánica, de carácter dual, las deidades que rigen sobre la humanidad tienen su morada unas en la parte celeste (las divinidades solares) y otras bajo la tierra y en el agua (las acuáticas y terrestres). En el mural se presentan cinco de las deidades femeninas más importantes del panteón prehispánico: Chicomecóatl, Tlazolteotl, Coatlicue, la Tlanchana y  Mayahuel, las cuales aluden al papel de la madre como origen de los seres y ámbito de la fertilidad vegetal, humana y acuática.

El autor de la obra destaca en su pintura el carácter femenino de las deidades, así como fuerza con la que son asociadas como fertilidad, inmundicia o vida y muerte, es por ello que surgen como la tríada de la tierra y en su representación aporta al espectador dos elementos clave para acercarnos a su entendimiento: primero, algunos de los atributos principales de las diosas, lo que nos remite a su nombre y su ámbito de acción; segundo, el espacio donde las ha ubicado, el cual también es revelador ya que tiene como telón de fondo paisajes emblemáticos de las zonas de su mayor culto.

1: Chicomecóatl

(Diosa del maíz)

Su nombre significa en náhuatl “Siete-Serpiente”, se trata de la antigua diosa del maíz y, en general, de las plantas comestibles y mantenimientos. Se le representó en los códices y en la escultura con un tocado de tiras de papel y con frecuencia porta mazorcas de maíz. Esta planta fue la base del desarrollo y la economía de las sociedades prehispánicas de Mesoamérica, por lo cual el culto a esta deidad era de gran importancia.

2: Tlazolteotl

(Diosa de la inmundicia)

Su nombre náhuatl significa “Diosa de la basura”, nombre que muestra una metáfora en la cual la basura se equiparaba a la actividad sexual –gracias a la cual el género humano logra perpetuarse-, de manera que la diosa era la patrona del deseo, la lujuria, el sexo y la fertilidad humana. Se le consideraba también protectora de las parturientas. En los códices donde se le pintó aparece semidesnuda o desnuda enfatizando su sexualidad.

En el mural está diosa está caracterizada con algunos insectos y animales vinculados a nuestra idea moderna de inmundicia, moscas, cucarachas, ratas e inclusive una atarjea, se le puede observar en forma de piercing (perforación) y tatuaje a la figura con la que es personificada comúnmente en los códices. La sexualidad en esta figura es representada por el contacto eléctrico en el muslo de la deidad, haciendo alegoría a la idea de energía creadora.

3: Coatlicue

(La de la falda de serpientes)

Su nombre náhuatl se traduce como “La de la falda de serpientes” o “La de enaguas de serpientes”, mismo que coincide con la mayor parte de sus representaciones plásticas donde incluye este elemento, símbolo de lo terrestre. Fue considerada la personificación de la tierra, la madre de los dioses (el sol, la luna, las estrellas) y de los hombres.

Diosa mexica, de la tierra y madre de los dioses, representa la vida y la muerte. Madre de Huitzilopochtli (dios del fuego sol), Coyolxauhqui (la luna y las estrellas). Simboliza la tierra que en el horizonte que todos los días o noches tiene que parir a la luna, las estrellas y el sol; y al mismo tiempo quien los recibe después en su regazo de muerte, en un ciclo constante. Como lo indica su nombre porta una falda de serpientes en la escultura prehispánica (como se observa también en el mural), la escultura más famosa de esta deidad, presenta además una confrontación facial, dos rostros de serpientes que forman un tercero, del monstruo de la tierra (como el tatuaje en su espalda) en la pintura mural.

4: Iztaccíhuatl y Popocatépetl

(Volcanes del valle de México)

La vista que engalana a la ciudad más grande del mundo: la Ciudad de México, está realzada por la majestuosidad de dos de los volcanes más altos del hemisferio, se trata del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl.

La presencia milenaria de estos enormes volcanes ha sido de gran importancia en las diferentes sociedades que los han admirado y venerado, siendo fuente de inspiración de múltiples leyendas sobre su origen y creación.

En esta ocasión sirven como marco perfecto para ubicar a esta tríada de divinidades terrestres y contextualizar al espectador en el valle del Anáhuac, así como también podemos apreciar al aro del juego prehispánico de pelota y a la luna.

Aísthesis Lecto

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